(Una analogía interesante. Tal vez válida...)
I. Del hielo al agua líquida.
a) Una persona coloca un bloque de hielo dentro de un recipiente de metal. El hielo NO toma la forma del recipiente que lo contiene. ¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué es el hielo? Agua! El famoso H2O. En su modalidad de hielo, el agua es sólida, fría y pesada. Posee propiedades que todos conocemos y que nos vienen muy bien durante los cálidos días de verano. Además del aprecio por un buen trozo de hielo en nuestra bebida preferida, el hielo tiene la capacidad de preservar los alimentos; basta pensar en unos apetitosos “huachinangos” colocados sobre/bajo una buena cantidad de agua sólida para mantenerlos frescos. Gracias al hielo, los camarones no nos vuelan el estómago como podrían hacerlo, por citar sólo un par de ejemplos. Mencionemos de nuevo las características visibles del hielo: sólido, frío, pesado, tal vez con puntas afiladas. Los que saben de estos asuntos dicen que posee poco movimiento molecular. Mientras las condiciones de temperatura permanezcan, el hielo seguirá siendo hielo.
b) La persona enciende un fuego bajo el recipiente. ¿Qué ocurre? Por un tiempo más bien breve, nada. Pero poco después, el hielo comienza a dar señales de que algo esta pasando en él: tal vez se mueva girando (sí, él solito!...) y notaremos un poco de “sudor” en su superficie; después, agua líquida entre él y el recipiente. De una cosa podremos estar seguros: si el fuego continúa, nuestro amigo terminará en la panza del recipiente, adaptándose a él, tomando la forma de él para cumplir la Ley inexorable de todos los líquidos.
c) Conclusión: como resultado del fuego aplicado, el bloque de hielo ha desaparecido del mundo de los bloques de hielo, del mundo de los sólidos, para pasar al mundo de los líquidos. No existirá ya, nadie lo verá más en la forma específica de los sólidos. De él, de su muerte, ha brotado un nuevo ser, más ligero, cristalino, móvil, juguetón. Sabemos –dicen los que saben- que sigue siendo H2O pero, qué diferente es! Cómo se ha transformado!
II. Del agua líquida al vapor de agua
a) Una persona coloca agua líquida en un recipiente. El agua toma inmediatamente la forma del recipiente que la contiene. Es linda el agua líquida! Todos hemos servido agua en un vaso: resbala hacia él con elegancia y pícara ligereza emitiendo ruiditos saltarines; después de un rato de temblar alegremente, se queda quieta, hermosa y pacífica. Ahora podemos beberla y ella tiene el poder de mantenernos vivos, a nosotros y a todo ser, en una u otra medida. Podemos también, con el agua líquida, limpiar nuestro cuerpo y nuestro entorno: el agua limpia, limpia... Podemos dársela a un cura para que bautice a un nuevo cristiano. Hasta podríamos exorcizar demonios, lanzándoles metralla con buenos chorros de agua bendita (¿es que acaso existe otra?).
b) La persona prende fuego bajo el recipiente en el que reposa nuestra amiga. ¿Qué ocurre? Por un rato, nada. Aparentemente, nada. El movimiento molecular del agua –dicen los que saben- va en aumento de la mano de la temperatura, aunque permanezca aparentemente inmóvil. Ha pasado de los 20 a los 40 grados y no denota cambios. Pero quien haya metido un dedo en agua a 20 grados y luego lo sumerja en agua a 40 grados sabrá cuál es la diferencia. El agua ha cambiado mucho pero, a la distancia, nadie lo nota... A simple vista, es la misma agua que antes. Entonces, su temperatura llega a 60 grados: han aparecido algunas pequitas de aire que lucen adheridas a la pared y al fondo del recipiente. Un rato después, el agua ha llegado a los 90 grados de temperatura: ya se parece poco a la que era a los 20 y, sin embargo, todos seguimos reconociéndola como la misma agua líquida que la persona depositó. Pero NO es la misma: además del movimiento molecular y esas cosas que sólo saben bien los que saben, cualquiera que haya metido un dedo en agua a 20 grados y luego lo meta en agua a 90 grados, sabrá la diferencia! El agua llega, por fin, a los 100 grados de temperatura y entonces... entonces se produce un Milagro: el agua vuela! Sí, el agua se eleva y se va! Ha sufrido una transformación tan grande que, cuando atinamos a mirar, al mentado recipiente lo encontramos... vacío!
c) Conclusión: dicen los que saben que el vapor sigue siendo H2O, como cuando era líquido, que sigue siendo agua. Pero para nosotros, el agua estaba allí y se fue y nunca sabremos dónde está. Nuestra agua se ha ido lejos y no volveremos a verla. Se fue volando... Se perdió en la inmensidad del cielo. Sí, el agua se va al cielo luego de haber sufrido 100 grados de intensidad energética y de haber experimentado una profunda transformación en su naturaleza líquida. El agua ha abandonado el recipiente que la contenía, ya no está pegada a él inexorablemente: ha desaparecido del mundo de los líquidos y sus propiedades. El recipiente que la contenía le daba forma y abrigo pero la mantenía pegada a él, pegada a la Tierra y el agua quiso volar... Tuvo que abandonar su recipiente, se deshizo de él... Ahora es tan liviana como el aire y mora en las alturas. Tal vez nos mira... Y un buen día, sin que sepamos que es nuestra agua, nos dará de beber
...
jueves, 20 de enero de 2011
¿HAY VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE?
Publicado por
Gerardo Ziwl
en
10:54
1 comentarios
Etiquetas: canciones, Gerardo Ziwl, Hay vida después de la muerte?, muerte, restaurante, Tantra, tantra-tepoztlán, Tepoztlán, trova, vida
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